viernes, 20 de febrero de 2009

¿Estamos presenciando el fin del estado soberano, nacional y moderno?



Pensar en el fin del estado es algo posible pero muy improbable que ocurra en la realidad contemporánea, esto es así ya que estado hemos tenido desde hace mucho, tal vez desde los orígenes del mismo hombre. Las antiguas civilizaciones ya tenían estados, así en el antiguo Egipto, en Mesopotamia y en el Lejano Oriente existieron sociedades organizadas políticamente en territorios delimitados, es por esto que podríamos decir que mientras nos organicemos políticamente en la utilización de los recursos terrestres estaremos frente a algún tipo estado.

La cuestión que si es pensable como un hecho real contemporáneo es que estemos vivenciando el fin NO DEL ESTADO, SINO DE SU FORMA MODERNA, NACIONALISTA Y SOBERANA; cosa muy tangible ya que estas formas no han tenido la durabilidad y permanencia que a tenido el estado en cuanto tal, todo lo contrario. El estado ha manifestado profundas transformaciones en sus formas desde sus mismos orígenes, formas que en ninguna medida han sido permanentes en el tiempo. Esto es que no tendrían por qué ser eternas formas de estado que conocieron un inicio histórico relativamente presente y que responden a procesos constantes de transformación.

El estado en su forma nacional nace como estrategia ante la necesidad de auto organizarce como comunidad política, como una forma de emanciparse del Imperio, de la dominación del absolutismo monárquico. La idea era que el pueblo se autogobierne de acuerdo a sus intereses, costumbres y en el espacio que reconocían como propio. Los imperios aglomeraban a distintas comunidades culturales bajo sus dominios que abarcaban amplias latitudes territoriales. Los primeros nacionalismos populares, algunos desde el siglo XVIII, buscaron desprenderse del mandato monárquico para establecer gobiernos propios basados en una cultura común, la que se extendía en el marco de territorios más pequeños que la de los grandes imperios, pues la nación era el grupo de personas que compartían estrechos lazos familiares y culturales, un pasado y una historia común, una lengua y una conciencia compartida, cosa que naturalmente era solo concebible en territorios en los cuales la gente tenía cierta proximidad como para poder compartir dichos vínculos. Los movimientos nacionales fueron en la mayoría de los casos revolucionarios, atentaban contra el antiguo régimen. De esa forma se integró Italia y Alemania, La India y los estados latinoamericanos.

El estado soberano nace hacia el Tratado de Westfalia en 1648, momento en el que los reinos romanos germanos se reconocen mutuamente sus independencias, incluso del Emperador y del Papa, momento en el que los reyes de Europa concentran todo el poder político y espiritual, el que conocía límites territoriales constantemente puestos en disputa. Estado soberano es un tipo de estado, el estado en donde existió una figura que concentró todos los poderes políticos, es decir una figura soberana.

El estado moderno es mas difícil de precisar, ya que para clasificarlo en la historia hay que primero clasificar al periodo en el cual se extiende la llamada modernidad, cosa de la cual y contrariamente con las clasificaciones anteriores, no existe consenso sobre cuando nace, que es o que significa. Algunos dicen que la modernidad está relacionada con el advenimiento de la burguesía al poder político, con la revolución francesa, el capitalismo y la revolución industrial. Otros la relacionan con la revolución científica copérnico-galileana, con el advenimiento de la cultura antropocéntrica, el renacimiento y la primacía de los ideales emancipatorios. Esto es la modernidad como estructura económica y social y la modernidad como estructura tecnológica y filosófica.

Si queremos advertir acerca del fin de la modernidad y su estado primero debemos aclarar el significado que tenemos de la modernidad, si la entendemos como estructura económica y social esta ha existido y dejado de existir y existe y no existe al mismo tiempo, esto dependiendo del lugar y del tiempo en la que se determine. La dinámica de la vida rural se aleja de la dinámica capitalista, al igual que la dinámica de los regímenes socialistas se alejan también de la dinámica capitalista. Si entendemos a la modernidad como estructura tecnológica y filosófica esta ha conocido precedentes históricos inmemorables y no sería apropiado limitarla a un periodo de tiempo, de hecho al renacimiento se lo llama como tal debido a que es el nacer de un pensar que ya había nacido antes. Tal vez con el capitalismo podría ocurrir lo mismo.

Ya dijimos que el estado soberano nace en 1648 y que el estado nacional nace desde los siglos XVIII y XIX, esto significó que el estado soberano preexistió al estado nacional, de hecho el estado nacional y el estado soberano se integran comprensivamente hacia la revolución francesa. Con la llegada del nacionalismo la figura del soberano ya no era pues el rey, fue entonces el pueblo, era la nación la que reivindicaba para si la soberanía del poder político. De esta forma se consolida la forma del estado como estado nacional y soberano, y para muchos moderno.

Si observamos la actualidad en la que vivimos y la comparamos con los conceptos anteriormente expuestos, podremos percibir una profunda y vertiginosa diferencia. A decir verdad, la soberanía si bien permanece depositada en la nación, la misma se encuentra en una transición hacia su mutación, proceso en donde parte de ella se deposita en el individuo, esto reflejado en el progreso hacia el respeto de la autonomía personal, encarnada esta con mayor claridad tras la Segunda Guerra Mundial y la constitución de las Naciones Unidas, las que han procurado unir a las naciones en pro de la paz y el respeto por los derechos humanos universales.

La otra parte de la soberanía comienza a ser depositada en otro concepto de comunidad, el que no responde ya al concepto de nación, si a los profundos fundamentos que forjaron su creación, estos son básicamente la búsqueda de autogobierno. Este nuevo concepto de comunidad es totalmente versátil y heterogéneo, representa el reconocimiento por la pluralidad y la multiculturalidad, incluso dentro de los estados nacionales, en los cuales se reconocen distintas culturas, distintos modos de pensar. Esta nueva comunidad representa la identidad y la homogeneidad de un patrimonio común, el planeta Tierra y su ecosistema, el hombre en cuanto ser físico e insertado en el mundo; esta comunidad representa, al mismo tiempo, el reconocimiento de la interdependencia entre todos los seres y el anhelo compartido por fortalecer la libertad de cada ser humano, por fortalecer el valor de la voluntad como creadora de las instituciones, basada en la libre elección sustentada en un conocimiento cierto. Es el resultado de la integración entre la modernidad y la postmodernidad, es el resultado de la globalización y sus consecuencias. Es el cambio de estrategia para lograr lo que el hombre a deseado desde siempre, su emancipación como ser.

Este nuevo concepto de comunidad es en un principio muy complejo, pero cuando se entiende resulta claro, simple, evidente, necesario y urgente. La nueva comunidad se construye en base a la elección de la gente, pues son las personas las que en búsqueda de sus intereses y preferencias crean comunidades, en las cuales participan activamente de su constitución y modificación, estas comunidades son familiares y/o vecinales y/o ciudadanas y/o provinciales y/o nacionales y/o transnacionales y/o internacionales y/o regionales y/o continentales y/o mundiales y/o cósmicas. En definitiva cada individuo sería parte de múltiples comunidades autogobernadas, comunidades partes de una gran comunidad cósmica o universal, aquella institución que permite la existencia pacífica de cada una de las comunidades particulares y que es producto de una realidad y una naturaleza compartida. La comunidad global será gobernada por la suma de todas las comunidades y por el reconocimiento de principios que se desprenden de lo humano.

Este nuevo estado que se levanta es ya no nacionalmente soberano, es pues humanamente soberano, es moderno en el fin que busca, la emancipación y el conocimiento, pero es postmoderno en los medios que utiliza para alcanzar esos fines, esto es por medio de la relatividad cultural y ética, por medio no solo de la razón, también por medio de los instintos, los sentimientos y las emociones, por medio de la espiritualidad y la metafísica. Es un medio que se modifica a medida que avanza, a medida que se enfrenta con nuevos desafíos y resuelve nuevos conocimientos y paradigmas.